José Gamarra sitúa su relato en los comienzos; cuando el continente era selva y el universo urbano aún no había hecho irrupción. Gamarra sitúa su narración en dimensión descomunal y estética de la selva; figura que desde el Descubrimiento de América se convirtió en el imaginario occidental en el rasgo identitario del continente: es el paisaje americano por excelencia. Exalta su majestad inquietante y misteriosa, y la contrapone a la modernidad que aparece bajo la forma de artefactos industriales (helicópteros, televisión) reflejando la manera trágica de la llegada de la modernidad al continente. Los personajes de facciones europeas, en los que reconocemos figuras históricas que irrumpen con su pequeñez en la inmensidad inquietante, desubicados, como se les ve a los intrusos cuando hacen irrupción en donde no son deseados. Presencia inexplicable en aquellos parajes que traduce la tensión que habita América Latina entre arcaísmo y modernidad y la manera trágica y violenta cómo llegó a esos parajes.
La narrativa de la historia en Gamarra lleva implícita una lectura que pone de relieve los efectos causados por la irrupción europea en América que tienen por escenario la selva que, pese a la violencia de las agresiones provenientes del exterior, parece no inmutarse y más bien observa con actitud maliciosa a los intrusos. Lectura que supone una postura política sin que por ello se imponga esa visión al valor estético de su obra porque, ante todo, lo que prima en Gamarra es la ternura maliciosa de su mirada y su capacidad lúdica.
Elisabeth Burgos, 2014